martes, 15 de abril de 2014

Historia de un borracho

Tenía la certeza de que encontraría mi destino mientras buscaba la diversión en una botella de vodka medio vacía, chupitos de licor 43 y un joven que tenía el nivel de atractivo acompañado del bajo nivel intelectual.
Entonces me paré en seco, saqué de mi cartera una pequeña tarjeta que no tenía nada escrito. El muchacho me miró con cara de sorpresa y me preguntó:
- ¿Que te pasa? Has parado de besarme deprisa, has dejado de mirarme a los ojos con el ansia de irnos de este bar.
Cuando deje de balbucear en un idioma peculiar por el alcohol, le agarré del cuello mientras mordía suavemente su oreja y le susurré:
- No me pasa nada, simplemente he estado pensando. Yo tengo una tarjeta con destino oculto, recorro la ciudad sin tener muy claro a dónde voy, pero si de dónde vengo. Cargo en la espalda millones de desilusiones, corazones rotos por no saber qué responder ante los problemas, vomito de palabras cuando realmente quiero decir "te quiero" y miles de historias de una borracha peculiar que no sabe cuando acabar de beber ese tequila que siempre llevo encima.

Tras haberle contado mi triste historia, una pequeña lagrima cayó por su mejilla. Al revés de limpiarsela contesto:
- Eres el espejo de mi alma, la locura que le falta a mi cuerpo y una borracha sin remedio.

Cuando la noche acabó los dos sabían que tenían un futuro incierto, pero un presente acompañado de alcohol, drogas y sexo.

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