miércoles, 24 de octubre de 2012

Porque observar, nunca está de mas.

Me gusta observar a la gente, y mirar sus acciones para luego intentar no llevarme una mayor decepción de ellos. También mirar el cielo cuando me levanto por las mañanas, suele estar tan nublado como mi pensamiento, lleno de nubes que me impiden ver mas allá de lo que sucede. Al mismo tiempo, me encanta despertarme con la certeza de que tendré muchas cosas con las que entretenerme ese día para no tener que vagar y pensar en cosas que no merecen. A veces, me siento al atardecer en mi azotea para contemplar como las montañas se van tiñendo de color naranja, el cielo se va oscureciendo conforme pasan las horas y derrepente solo hay oscuridad. ¿Qué pasaría si alguien encendiera la luz? Todos nos sentiríamos protegidos por esa pequeña claridad ¿no? Pues es ahí, donde me encantaría entrar, ver el por qué de ese sentimiento que mostramos la mayoría por la protección de un factor tan pequeño como grande para nosotros. 

¿Sabes? A veces me encantaría sentarme en una nube para ver como se siente observar las montañas desde el sitio mas alto. Ver como ese color naranja sigue ahí muchísimo tiempo. Quizás si el atardecer durase toda una vida, todos estaríamos enamorados de el, o incluso prendados de su belleza. Más no tiene porque haber una persona, siempre nos quedará lo bello de la vida. 





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