A veces tratamos de entender las situaciones en las que nos encontramos, y solo hallamos oscuridad y silencio. Para llegar a entendernos, necesitamos a alguien que encienda una linterna y nos vaya guiando, pero ese alguien algún día termina yéndose, dejando en nosotros mismos un vacío que siempre intentaremos llenar con alguien que nos ayude durante un tiempo, y luego vuelva a irse, como el primero. Es este, la causa de todos los demás, de que nos acostumbremos a esa luz y esa voz que guía entre un abismo.
Además de todo ello, también queremos que nos hagan sentir seguros y queridos, pero eso es más complicado de lo que nosotros mismos, podríamos llegar a entender. ¿Para qué exagerar? Somos tan indecisos que incluso al que expulsamos, estamos dispuestos a volver a arropar entre nosotros, con tal de que nos de mas cariño... Cosa contradictoria, hechos que nos hacen parecer bipolares al resto.
Organicemos nuestra propia vida, encontremos una linterna y busquemos música para disfrutarla... Caminemos solos, total ¿qué puede pasar? No le temamos a la vida, que esta nos tema a nosotros.
Siempre, al final del túnel, encontraremos otra persona con una misma luz y su propio sonido, y es ahí, cuando los dos caminaran juntos pero con su propio pie, sin depender el uno del otro.
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